Blog de la Familia

Padre Jaime Payeras: una amistad perdurable

El sábado dos de mayo en el Centro Cultural Las Eras se celebró una misa de honras por el alma del padre Jaime Payeras, quien a lo largo de su vida cultivó numerosas amistades con familias en Chiclayo y en otras zonas del Perú donde desempeñó su ministerio sacerdotal. El padre Payeras falleció el 25 de marzo pasado.

El padre Jaime Payeras Bujosa nació en Bunyola, Mallorca, el 17 de noviembre de 1934. Durante su etapa universitaria, en Valencia, conoció el Opus Dei y ahí pidió su admisión.

El 14 de agosto de 1960 recibió la ordenación sacerdotal en la ciudad de Madrid. Desarrolló su labor pastoral en Bilbao, Murcia y Cartagena.

En 1975 vino a vivir al Perú. Desde Lima, con viajes periódicos, atendió a sacerdotes de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz en diversas ciudades como Huancavelica, Cusco y Abancay, con quienes cultivó amistades perdurables.

En 1987 se trasladó a vivir a la ciudad de Chiclayo donde, además de atender labores apostólicas con profesionales y gente joven (capellán de los colegios Ceibos y Algarrobos), viajó periódicamente a las ciudades de Santa Cruz, Chota y Cutervo, en Cajamarca para atender espiritualmente a muchos sacerdotes.

Dos años más tarde fue a vivir a Paucartambo (Cusco), y pocos años después se trasladó a San Vicente de Cañete. Posteriormente volvió a Lima, donde atendió el colegio Salcantay. También vivió unos años en Piura donde trabajó como capellán de los colegios Vallesol y Turicará.

Finalmente, en 2013, volvió a Chiclayo. En 2015 comenzaron los síntomas de un posible alzhéimer, que fue deteriorando su salud, aunque esas circunstancias no impidieron su buen humor y su dedicación a la labor especialmente a través del sacramento de la penitencia. Falleció el 25 de marzo de 2020, fiesta de la Anunciación de la Virgen.

Sacerdote afable, de muy buen trato, cariñoso, siempre alegre, optimista y con un corazón enorme para querer a la gente y hacerse querer. Conversador grato y ameno. Tenía ocurrentes frases llenas de sentido común a las que les sacaba partido sobrenatural en su predicación y consejos sacerdotales.

La atención de la capellanía de colegios llevó al padre Jaime a un trato muy cercano con muchas familias jóvenes que lo invitaban a bautizar a sus hijos, darles la Primera Comunión, bendecir matrimonios, y otros sacramentos.

Por su modo de ser cariñoso y amable, mucha gente quería recibir sus consejos espirituales y especialmente el sacramento de la penitencia. Hasta que le fue posible, salió caminando hacia la catedral de Chiclayo, pasando muchas horas en el confesionario.

Los años vividos en Roma junto a san Josemaría marcaron hondamente su alma; a él le escuchó la invitación de “danzar” por el mundo entero llevando el amor de Dios; con gran fervor de almas el padre Jaime “danzó” por todo el Perú, cultivando amistades perdurables con muchas almas y ayudándolas a cultivar la amistad con Jesucristo.

 

 

 

Fuente: Oficina de Comunicaciones de la Prelatura del Opus Dei en el Perú

Publicado: 03 de mayo de 2020

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *